martes, 7 de octubre de 2014

¡Sin desconfianza al Sínodo!

¡Sínodo, sínodo, sínodo! La gran noticia eclesial de estos días, aquella en la que están puestas todas las miradas de los medios católicos, de los medios que no quieren saber nada de Dios y de los medio medios. Leyéndolos parece que el único asunto del que van a tratar en Roma es sobre los divorciados vueltos a casar... El tema de la familia es mucho más amplio que eso, y son muchas cosas las que van a abordarse.


Leo mucho pesimismo ante los posibles cambios que vaya a haber, da la sensación de que somos muy miedosos ante las cosas nuevas y los cambios de perspectiva. Si uno lo piensa bien... ¿Acaso los Obispos y teólogos expertos venidos de todo el mundo no van a tener buen criterio en sus intervenciones, o es que son malos? ¿No es admirable y precioso que la Iglesia de todo el mundo pueda reunirse en comunión y hablar sin miedo de los problemas actuales para dar una respuesta clara al hombre hoy? ¿Y Dios no va a pintar nada en todo esto, yo no está detrás de su iglesia y son todo meras decisiones humanas?

El sínodo es bueno. ¿Van a cambiar y aclarar cosas? ¡Por supuesto que si! Menos mal. ¿Si no para qué se hace? Pero tranquilo, querido lector, que los sacramentos seguirán siendo siete, los mandamientos diez y seguiremos pronunciando el mismo Credo los domingos. Lo que al Sínodo preocupa no es cambiar el dogma sino el corazón de las personas hoy. No olvidemos que va a ser largo, son temas profundos los que se tratan, no en vano el año que viene habrá otro sínodo sobre la familia.

Y no olvidemos tampoco que el Papa ha pedido oraciones por este encuentro,  y a nosotros nos toca rezar. Es lo mejor que podemos hacer, falta que nos lo creamos. ¡Hasta más leernos, amigo lector!

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