martes, 8 de octubre de 2013

Mejor no comparar

¡Hola, hola, hola!

Querido lector, sin duda el notición eclesial en los últimos días ha sido el anuncio por parte del Papa Francisco de la fecha de canonización de los beatos Papas Juan XXIII y Juan Pablo II. Una noticia esperada, pero no por ello menos emocionante, y es que la Iglesia gana dos nuevos santos, modelos muy cercanos a nosotros en el tiempo. Lo reconozco... ¡Me encanta que les canonicen juntos!

Me encanta pero, por otro lado, me apena que algunas personas quieran hacer una separación rotunda entre ambos Papas. Son muchos los que en los últimos tiempos han contrapuesto la figura de los dos. En ciertos medios que se dicen católicos Juan XXIII aparece como el gran Papa que iba a remover los cimientos mismos de la Iglesia para redifinir los dogmas que les venían bien a ellos, y Juan Pablo II como el opresor que truncó todo aquello. Y viceversa se dice en otros sitios de información. Comparaciones para ponernos a uno como el bueno y otro como el malo. ¡Cuidado, querido lector! Que estas comparaciones también las estamos viendo estos días desde un extremo y el otro entre Benedicto XVI y Francisco...

Juan XXIII y Juan Pablo II, como Benedicto XVI y Francisco, son Papas de la Iglesia, cada uno con su estilo y personalidad. Ninguno de ellos ha elegido serlo, otros lo han hecho, pidiendo la ayuda del Espíritu Santo, para poner al frente de la Iglesia a aquel que más podemos necesitar los cristianos. Juan XXIII y Juan Pablo II, cada uno por sus distintas vidas, son santos de la Iglesia. Tienen muchas diferencias entre ellos, claro que si, pero algo en común: a Jesucristo por centro, y el haberlo transmitido así en su papado. ¡Santos!

Por eso me alegra tanto que su santidad se reconozca el mismo día, diciéndonos así que, cada uno con los dones que Dios le ha dado, se puede ser santo. No se trata de ser de una forma o de otra, de ser de aquí o de allí, de hacer esto o lo otro de tal o cual manera... se trata de amor a Dios y al prójimo, de ser modelo del gran modelo que es Jesucristo. Ellos lo son. ¡Y que bendición para la Iglesia!

En fin, querido lector, que me alegra mucho esta canonización, un regalo, de la que habrá más que decir... pero esas serán otras historias y tendrán que ser contadas en otro momento. Hasta entonces, que Dios te bendiga.

1 comentario:

releante dijo...

Yo también estoy encantado de la canonización de estos dos grandes Santos y grandes hombres. Un abrazo