domingo, 3 de abril de 2011

Capítulo 19. Margarita y la Javierada (2ª parte: pero que después fue y ya no quería irse de allí).

Como recordaréis, en el capítulo anterior dejamos a Margarita (la adolescente normal que vive en la típica ciudad del sur de Madrid en la que viven las adolescentes normales que viven en el sur de Madrid) recién apuntada para ir a la Javierada, aunque con muy pocas ganas. Espero que en este descanso entre ambos episodios hayáis podido llamar a la Delegación de Juventud y os hayan dado vuestro premio, ¿os ha gustado?

Si no os acordáis de la historia de Margarita, o no leísteis na de na, podéis pinchar aquí.

Y si no recordáis que es eso de la Javierada podéis pinchar aquí también.
Bueno, vamos ya con Margarita y la Javierada, que esto es más lento que un córner en Óliver y Benji.


Ha llegado rápido el día en el que Margarita tiene que ir a la Javierada. Su madre, al hacerle la maleta, le recuerda lo bien que se lo va a pasar, ella ni sonríe.

Llega al autobús y allí están los de la parroquia, bueno, algo es algo, al menos con algunos se lleva bien. También hay mucha gente extraña, que no conoce. Camino de Navarra le hacen presentarse en el micro delante de tutto el mundo, ¡qué vergüenza!, ¡qué horror!, y encima no puede dejar de acordarse que Vanessa celebraba hoy su cumple en el Telepi, ¡y ella no está allí!

Por fin llega a Tudela, el nombre suena a vasco así que deben de estar ya por Navarra. Baja y... ¡cuánta gente!, ¡cuántos autobuses!, ¡y ella que pensaba que su parroquia era la única que existía en el mundo! Comienza a cenar en su taper mientras ve a unos chicos y chicas bailar, parece que se llaman los “ichis”. Molan. Y ahora hay que dormir, en el saco, por supuesto.

Al día siguiente toca caminar. Se sorprende de que tanta gente vaya a caminar, ¡y nadie se queje! Y en esas va pasando la mañana. Ha conocido a mucha gente: a unos chicos jóvenes que van a ser curas y que hasta entonces le habían parecido un poco frikis; a un grupo que canta algo de que Valdemoro camina pa´lante y pa´trás; a unas chicas que llevan una sudadera azul muy chula que pone “pavas”; a otro grupo que dice que Leganés es fresquito; a unas chicas que dice que son consagradas... ¡Qué fauna tan diversa y curiosa!, pero el caso es que son gente maja, siempre se ríen.

Margarita se lo está pasando bien, ya ni se acuerda de Vane y su super-mega-fiesta de cumple en el Telepi. Sigue caminando muy contenta y, de repente, aparece un castillo (como los de los playmobil pero más grande y de piedra), y todo el mundo se entusiasma más aún y canta más y ríe más. ¡Han llegado a Javier!, que corto se ha hecho...

En Javier celebran todos juntos la misa. La gente sigue animada, hay un montón de curas y se cantan canciones muy bonitas. Le han dicho que ese va a ser el momento más importante del día, que se prepare bien para poder comulgar. Margarita se ha confesado tras varios años (¡con la vergüenza que le daba!). Ha sido increíble, el teclado de mi ordenador no tiene teclas para expresarlo (prueba tú y me lo cuentas).

Que día tan bonito, que intenso, y aún no termina la cosa: los chicos esos que van a ser curas, y que parecían frikis pero que ya no lo son, salen y actúan. Molan también, se ha reído mucho viendo al más rellenito. Y aún queda ir de nuevo a la iglesia de allí para algo que llaman “Hora Santa”. ¿Qué será eso? Lo va a descubrir: todo el mundo, que tanto gritaba y cantaba antes, se queda ahora de rodillas y en silencio sepulcral delante de Dios, que está en un trozo de pan. ¡Como el que el cura saca en la misa de su iglesia todos los domingos! Todos rezan. Margarita, tras mucho tiempo, también.

Al día siguiente toca la vuelta. La gente extraña de hace dos días ya no lo es. Con algunos ha hecho en dos días una amistad mayor que con Vane y Merce en varios años. ¿Por qué será?, ¿qué tiene esta gente? Ya no le da vergüenza salir al micro a hablar, ¡si hasta casi tienen que quitárselo de las manos! Aún tienen que parar en el pueblecito llamado de Burgo de Osma, allí vuelven a celebrar la misa. Hace una semana se habría negado a tener misa dos días seguidos, ¿¡qué le pasa!?

Llega a casa cansada pero muy feliz por todo lo que ha vivido en la Javierada. Esa noche le cuenta a su madre todo lo que le ha pasado, y hasta lava los platos de la cena. Tiene ganas de volver a ver a tanta gente que ha conocido (no puede esperar y empieza a buscarlos en el Tuenti), hasta tiene muchas ganas de ir al grupo de Confirmación. Dentro de poco se confirmará y tiene que prepararse bien, ahora sabe que la Confirmación no es el final de un camino sino el inicio.

Aquella noche Margarita de fue muy contenta a la cama. Mientras se quedaba dormida iba recordando todo lo que le había pasado en esos tres días. De nuevo rezó y dio muchas gracias a Dios. Justo antes de comenzar con sus sueños nocturnos pensó una cosa: tengo que contárselo a todo el mundo.

Hace una semana estuve en la Confirmación de Margarita. Cuando fui a felicitarla, ella me invitó a ir a la Javierada de este año. Me contó su experiencia y  por eso he querido dejarosla aquí por escrito. Estaba entusiasmada con volver este año y estaba invitando a todos sus amigos a ir, ya fueran potatos o humanos. Yo estaba indeciso, le pregunté un buen motivo para ir, y ella me dijo muy segura: “Dios te cambia la vida”. Me sonó raro. Así que le hice otra pregunta: ¿cómo se yo que eso es verdad, que todo lo que me has dicho es verdad? Su respuesta fue aún más clara: “tendrás que venir y comprobarlo”.

Hasta aquí la historia de Margarita y la Javierada, la historia de una chica a la que Dios cambió la vida. Creo que haré caso a Margarita e iré a la Javierada este año, haber que tal. ¡Espero veros a todos y todas allí!

A la vuelta de la Javierada 2011 habrá muchas cosas que contar y muchas fotos que colgar aquí, espero que las contéis y mandéis. Aunque como eso será otra historia, tendrá que ser contada en otra ocasión.

Hasta entonces, te dejo una foto de Margarita tras volver de la Javierada. Dios te bendiga, querido lector.

 

1 comentario:

Sus (la buceadora) dijo...

Somos unos cuantos los que hemos sido Margarita en alguna ocasión y nos hemos encontrado con una Iglesia joven, viva, alegre y fiel gracias a las actividades de la Delegación de Juventud. ¡Qué no se pierda esto! Tenemos que pedir mucho por ello.